Las Naciones Unidas definen los discursos de odio como “un discurso ofensivo dirigido a un grupo de individuos. Se basa en características inherentes como raza, religión o género, y puede poner en peligro la paz social”. Para la Unesco, los discursos de odio pueden “crear estereotipos, estigmatizar y utilizar un lenguaje despectivo”.
“Combatir el discurso de odio no significa limitar o prohibir la libertad de expresión. Se trata de impedir la escalada de dicha incitación al odio hacia algo más peligroso, en particular, instigando a la discriminación, la hostilidad y la violencia, lo cual está prohibido según el derecho internacional"
Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, mayo de 2019
Las redes sociales han facilitado la propagación de estos discursos, mientras las compañías evaden toda responsabilidad por los contenidos que incitan al odio y la violencia en sus plataformas. En los primeros días de la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk, el Network Contagion Research Institute de la Universidad de Rutgers, evidenció que el uso de la palabra racista «Nigger» aumentó casi un 500% en un periodo de doce horas en comparación con anteriores promedios.
Un grupo de relatores especiales, expertos independientes y grupos de trabajo de la ONU han reiterado la responsabilidad de las empresas de redes sociales de asumir más responsabilidad en frenar estos discursos, que afectan principalmente a mujeres, personas LGBTIQ+, y minorías étnicas y raciales.
Una investigación periodística realizada por cuatro periodistas en Colombia, Brasil y Ecuador revela estrategias y narrativas comunes de incitación al odio contra mujeres y personas LGBTIQ+, especialmente contra mujeres trans. Mostró como en los tres países se recurre a mostrar a las infancias como víctimas de sexualización o adoctrinamiento. En todos los casos se usa la falsa “ideología de género” para atacar los avances en derechos de las mujeres, y es frecuente la equiparación del aborto con el asesinato y el genocidio, argumento que sirve para articular y coordinar ataques contra feministas y defensoras del derecho al aborto.
En Kenia, durante las elecciones de 2017, se observó un aumento significativo de discursos de odio en línea dirigidos contra minorías étnicas y opositores políticos. Un informe de Article 19 señaló cómo las plataformas de redes sociales se convirtieron en herramientas clave para la difusión de propaganda étnica y mensajes incitantes a la violencia. La mayoría de estos discursos no fueron moderados ni removidos, lo que exacerbó las tensiones políticas y sociales.
En Uganda, la organización Pollicy ha documentado cómo los discursos de odio en línea afectan principalmente a mujeres y personas LGBTIQ+. Un estudio reveló que las mujeres políticas y activistas enfrentan acoso y violencia verbal, con ataques que incluyen lenguaje despectivo basado en género y orientación sexual. Este tipo de discurso no solo amenaza la integridad de las personas, sino que también restringe la participación política y cívica de estos grupos.
Un estudio sobre discursos de odio en redes sociales en Costa Rica realizado por Naciones Unidas, la Universidad de Costa Rica y la empresa COES, detectó en el año 2023 más de 1,4 millones de conversaciones y mensajes ligados a discursos de odio, un 50% más que el año anterior y un 255% superior que en 2021. La investigación evidenció que los temas que más generan este tipo de incitación al odio son: la política y realidad nacional (480 mil), xenofobia (236 mil), género (214 mil), orientación sexual (178 mil), choque generacional (143 mil), racismo (96 mil), religión (36 mil), y discapacidad (22 mil).